Hoy queremos hablar un poco sobre el valor de la palabra, el compromiso y la ética, a continuación les presentamos un texto de uno de nuestros colaboradores y amigos.
Pregúntese el lector cuándo fue la última vez que escuchó que se
empeñaba una palabra. Esa acción suena tan extraña actualmente, que se podría
confundir como una costumbre perdida entre la polvareda de los siglos.
El comercio primitivo, mucho antes de la súper-tecnología, necesitaba
negociadores de confianza para así evitar contar, una a una, sesenta docenas de
ovejas, en medio del fuerte sol del desierto o el frío de los polos y en pleno
acto de venta; o medir codo a codo cada una de las parcelas para sembrío que se
compraban en una tierra lejana, de otra lengua.
La confianza era igual de valorada como el dinero; así ha sido antes y
así es ahora. Así queremos que siga siendo.
Los procesos actuales nos facilitan el asegurarnos que se nos está
vendiendo la calidad que deseamos. Es decir, que se nos está diciendo la verdad
cuando de intercambiar, comprar o vender bienes y servicios.
En la Carpa de la Luna entendemos que la honestidad y la ética no son
cosa del pasado ni ha sido reemplazado por el más avanzado artefacto
tecnológico. Son valores que se los debe seguir sembrando infinitamente. Para
enlazarnos no de una manera fría y abstracta, sino humana y cálida.
No concebimos crecer y no seguir practicando esos valores, aunque sea en
medio de una polvareda confusa que puede llegar a ser nuestros actuales
tiempos, donde nos ha tocado vivirlos, pelearlos, y también disfrutarlos.
Eduardo Romero Andrade
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